Viaje a Pompeya
I.E.S. Ciudad de los Poetas. Madrid Departamentos de Música y Cultura Clásica
viernes, 6 de marzo de 2020
domingo, 12 de enero de 2020
lunes, 12 de junio de 2017
martes, 16 de mayo de 2017
Mi experiencia del viaje a Nápoles
Mi
experiencia del viaje a Nápoles, ha sido muy positiva ¡Repetiría mil veces más
el viaje! El primer día fuimos a ver dos villas
romanas que me encantaron, eran
muy amplias y en buen estado,
conservaban sus pinturas y mosaicos originales, y se distinguían muy bien las
diferentes estancias de la vivienda. El segundo día fuimos a visitar Pompeya,
qué decir de Pompeya...., sinceramente me impactó, era una gran ciudad con
miles de casas, un gran teatro… etc. Por la tarde fuimos a hacer una simulación
de una excavación arqueológica. El tercer día hicimos una visita guiada al
centro de Nápoles, visitamos muchas iglesias preciosas, con unos frescos
impactantes, comimos en una pizzería y por la tarde fuimos a visitar el teatro
de San Carlo, el cual no tengo palabras para describir. El cuarto día hicimos
un taller de mosaicos y por la tarde nos
hicieron un concierto de música y danza de la antigua Roma.
Beatriz Magdaleno
Mis días en Nápoles
Asomada a la ventana de
la habitación. Asombrada con lo que veía. Perpleja. Al fondo, el Vesubio. A un
lado, Nápoles. Delante, la bahía. El Mediterráneo perezoso y tranquilo. ¿El
mismo que contemplaban los viejos pompeyanos? A ver si resulta que no salieron
corriendo porque estaban como yo: distraída, pensativa, disfrutando de las
vistas… De esto es de lo que más acuerdo del viaje. Fue lo primero que conté
cuando me preguntaron mis padres y sigue siendo lo que me viene a la cabeza
cuando pienso en el viaje. Mucho antes que ruinas, arqueología, mosaicos,
teselas, termas, prostíbulos… Que no digo que no me gustaran. Pero esas vistas…
Plinio el Viejo, que murió por curioso, a lo mejor se detuvo más de la cuenta
en esa bahía. Y no me extrañaría nada.
Pompeya me pareció mucho
más grande de lo que esperaba. Era una ciudad de verdad, de esas a las que no
les falta de nada. Me gustaron especialmente los frescos de las villas
pompeyanas.
La visita a Nápoles me encantó,
aunque habría sido mejor con unos cuantos grados menos. De infarto el techo de
la catedral. El del teatro San Carlo tampoco es poca cosa. La verdad es que
cuando los napolitanos se esmeran, son de los mejores. Lo mismo te hacen unos
helados de primera como que construyen una catedral que te quita el aliento.
La actuación sobre la
música en la antigüedad fue muy interesante a la par que graciosa, aunque me
cueste admitirlo, la verdad es que me costó contener la risa en varios
momentos.
En resumen, visitar una
parte de Italia ha sido maravilloso, no puedo esperar a ver más de este bonito
país. Y a comer mucho más de ese delicioso helado.
Teresa Olmedo
UN VIAJE POR LA HISTORIA
El viaje empieza en la Parroquia ¨La Cena del Señor¨, lugar
donde habíamos quedado para ir todos juntos al aeropuerto. Nos despedimos de
los padres y nos vamos dirección al aeropuerto. Todos estamos muy ilusionados
por ir a Italia. Para muchos es la primera vez en avión y eso le da más emoción
a la hora de despegar.
Bajamos del avión, salimos del aeropuerto y nos subimos a un
autobús. No paramos de mirar por las ventanillas para ver los alrededores. El
paisaje nos recuerda mucho a España ya que la vegetación es totalmente
mediterránea.
Una vez en la residencia subimos a las habitaciones. Estaban
todas muy bien, en concreto la mía que tenía 4 camas porque dormíamos 3 y era
la más grande. Pero lo mejor eran las vistas. Todos subimos las persianas y
vimos la panorámica que teníamos en frente. Se veía todo Nápoles a nuestros
pies, con el mar a la izquierda y en el fondo, presidiendo el entorno, el
Vesubio. El piso en el que estábamos tenía una terraza común que también
contaba con unas vistas especialmente bonitas.
Después comimos en el comedor. Nos separamos en diferentes
mesas. Todos sabíamos que los italianos comían mucha pasta, pero algo que me
sorprendió mucho fue que ya fuera comida o cena, nunca faltaba un plato
contundente de pasta. Al principio creímos que solo serían los primeros días,
pero a medida que avanzaba el viaje, la comida siempre tenía la misma
estructura: De primero un plato de pasta, de segundo un plato de carne o
pescado (pero generalmente carne) y por último fruta o pastel.
Nada más terminar de comer nos llevaron la Villa de Ariadna
y a la Villa de San Marco. Una vez allí, el guía nos explicó cada rincón de las
casas, mezclando la vida diaria de los estabianos de la época romana con la
historia. Las partes de las ¨villas¨ no estaban situadas exactamente igual a la
de los libros que habíamos estudiado, pero, aun así, eran perfectamente
reconocibles. Me interesó mucho que nos enseñaran la diferencia entre la parte
donde vivían los señores de la casa; habitaciones más espaciosas, con las
paredes llenas de pinturas chillonas como el rojo, amarillo, azul y el negro,
una iluminación perfecta… Y la parte de los esclavos que era más pequeña, con
pasillos muy estrechos y habitaciones sin ninguna pintura aparente. Me pareció
que el contraste entre unos y otros se refleja perfectamente y que ha permitido
que los arqueólogos tengan más datos de la vida cotidiana de la gente de esta
época. Haciendo un poco más de hincapié en las pinturas de las estancias de la
casa, me parece que es increíble lo bien que han sido conservados los colores
vivos y las figuras que podían representar tanto mitos, como la vida diaria,
como divinidades a las que veneraban, sobre todo sabiendo que estas viviendas
pasaron por múltiples terremotos. Me llamó mucho la atención ver algunos
agujeros en las paredes, pero nos explicaron que, en las primeras excavaciones
los arqueólogos no sabían dónde estaban situadas todas las puertas de la casa,
por lo que hacían agujeros por los que pasar. Un ejemplo muy claro era una gran
grieta en la cocina.
Hablando de la lujosa vida de los dueños, el guía nos contó
que la gente que vivía allí comía especialmente bien, ya que tenía el mar al
lado que les proporcionaba peces y también que mercaderes de otros lugares les
abastecían con especias, la tierra de alrededor era fértil y contaban con todo
tipo de animales de granja. Cuando celebraban banquetes, se preparaban tantos
platos como se pudiera, porque, aunque los invitados estuvieran plenamente saciados,
se metían plumas de pavo real en la boca, vomitaban lo anteriormente engullido,
y sin ningún reparo, volvían a tragar lo que los esclavos fueran llevando a la
mesa.
A pesar de lo grande y bonitas que fueran por dentro las
¨villas¨, lo que a mí más me impresionó fue el jardín. Estaba rodeado por un
pórtico, en el que se hallaba un pequeño salón. Nos contaron que habían
excavado hasta encontrar las raíces de los árboles, y que, gracias a estos
restos, podían datar los años de estos, y el lugar en el que estaban.
Al terminar con la actividad nos fuimos a pasear por
Estabia. La primera impresión que yo tuve fue que había mucha pobreza
alrededor, muchas de las casas estaban medio derruidas y la playa estaba llena
de basura. Pero a medida que íbamos paseando, encontrábamos rincones con
encanto, fotos perfectas del atardecer y una heladería de la que todos salimos
con una sonrisa.
Esto solo fue el primer día del viaje. Pero los demás fueron
igual de intensos y emocionantes. Creo que esta travesía por Nápoles nos ha
aportado más de lo que podíamos imaginar. Nos ha enseñado a interpretar la vida
romana desde otro punto de vista que no fuera leyéndolo en un libro de texto,
sino desde las raíces, andando por sus grandes ¨villas¨, recorriendo sus largas
calles en Pompeya, sentándonos en sus asientos en el gran teatro y escuchando
los instrumentos que ellos interpretaban gracias a los expertos que nos han ido
formando durante nuestra estancia. Este
viaje también nos ha ayudado a comprender la gran labor de los arqueólogos,
participando en una excavación simulada y también con las explicaciones que nos
daban acerca del método que utilizaban para saber todo tipo de cosas, desde las
pinturas de las paredes, hasta los árboles plantados en los jardines. Ha sido
una experiencia irrepetible.
Paula Mercader
Viaje a Pompeya
Martes,
28 de marzo del 2017
Nos reunimos en la iglesia “La Cena del Señor” los alumnos
de latín y de música. Allí nos esperaba un autobús que nos llevó hacia el
aeropuerto. Una vez aterrizado en el aeropuerto de Nápoles, nos estaba
esperando Lina, para llevarnos a la residencia de arqueólogos en Estabia donde
nos alojaríamos durante cuatro días.Nos instalamos y lo siguiente fue comer, la comida cómo no, pasta, ya que es típica de Italia, pero lo que no nos esperábamos es que la tomásemos todos los días para comer y cenar. Enseguida vino un autobús con el guía para llevarnos hacia la Villa de Ariadna, donde vimos muchas ruinas espectaculares.
Una vez terminada esta actividad, nos dejaron tiempo libre
y nos dimos una vuelta por la playa que estaba al lado de donde nos alojábamos.
Nos tomamos un helado, ya que Italia es conocida también por sus helados. Y por
último para terminar nuestro primer día, estuvimos en la terraza de la
residencia viendo el atardecer.
Miércoles,
29 de marzo de 2017
Nos recogió el autobús con un guía nuevo, con el que
estuvimos dos días, Lucio. Nos dirigimos a Pompeya y él nos enseñó y explicó
todo lo relacionado con el anfiteatro, las calles, casas y muchas cosas más.
Por la tarde hicimos un taller de simulación de excavación y como todos los
días playa, helado, cena y terraza.
Jueves,
30 de marzo de 2017
Fuimos a Nápoles donde Lucio nos enseñó la Capilla de San
Gennaro, el obispo más importante de Nápoles, y otra capilla más. Comimos en
una pizzería, una pizza buenísima, típica de allí, y por la tarde vimos el
teatro San Carlo y el Palacio Real. Por último nos despedimos de Lucio.Viernes, 31 de marzo de 2017
Pasamos todo el día en la residencia. Por la mañana
acudimos a un taller de mosaicos y por la tarde tuvimos un concierto de
instrumentos musicales, el Concierto de Synaulia. Ese día nos despedimos de
Lina.
Como último día de estar en Estabia, nos comimos un helado,
dimos un paseo por la playa y cenamos pasta (como todos los días, pero esta vez
era especial). Al día siguiente desayunamos y regresamos a Madrid.
Sandra Horcajo
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